miércoles, 8 de diciembre de 2010

Un mundo de colores


Un arco iris reluciente cruzaba el firmamento, la frescura inusual de aquella mañana llegaba desprevenidamente a mi rostro y me recordaba el exquisito olor del dulce de guayabas que se hacia en casa, mientras que a lo lejos mis alegres amigos jugaban, yo seguía nadando exhausto entre papeles de mil colores, su felicidad tranquilizaba mi hundimiento entre aquel escombro de basura que me consumía, a mi y a los pies que andaban por ahí, rotos por una mina.

En homenaje a todos los niños que han perdido alguno o algunos de sus miembros por la ambición, el orgullo y la estupidez humana.

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