martes, 3 de mayo de 2016

Hay un virus en el jardín




3:20am, sigo sentado en el baño,  mientras agarro un estomago que me taladra con retorcijones,  trato de pensar en los argumentos a presentar ante los senadores Soto y Uribe a las 10am, hora en la que mi esposa tenía planeado visitar el honorable Congreso de la República para presentar más pruebas de afectados y hablarles sobre la importancia de prohibir el asbesto en Colombia, jamás me imagine que tendrían la misma respuesta que yo estaba viendo en mi tasa: floja, poca, amarilla café, suelta, sin textura y con el olor característico igual al de un perro callejero mal alimentado…

Un día antes fuimos al jardín de mi hija, en nuestro primer día de la familia cometí una primiparada que me costó pasar en vela dos noches seguidas en la posición en la que me encontraba. Todo muy lindo, muy organizado, los niños bien entrenados por una semana o dos para que los vieran sus papitos por 3 minutos, con bailes mucho más rítmicos y coordinados que el movimiento peristáltico de los músculos de mi estómago, al final las profes sacaron un compartir entre los que se encontraban las galletas de mantequilla redonditas con puntico de chocolate que siempre busco evitar mirar en las panaderías, no porque no me gusten sino por todo lo contrario, son las más parecidas a las de mi tía Anita, quien hace las mejores galletas de mantequilla de este planeta. Como no vi a nadie desesperado por tomar las galletitas, tome un par, luego mi hija me trajo otra que rebuscó entre las manos de otros niños, y luego tome otro par sin pensar que mi esquema elegido para consumir esas galletas me costarían contraer un virus de los que normalmente se pueden encontrar en un jardín infantil, unas horas después ya estaba aferrado a la tasa como si estuviera montado en asiento de montaña rusa sin cinturón de seguridad. 

Y aquí estoy pensando que mi mujer es una verraca, que cuando se queja de los dolores que le causa su tumor, yo no sé cómo respira, como los controla, como se concentra,  y entonces trato de respirar como si fuera un simple mortal, de no pensar en el dolor  y de concentrarme en la estrategia para hablar con los honorables senadores, quienes finalmente responderían que sin las condiciones que solicitaron en el anterior debate no aprobarían el proyecto, Uribe por ejemplo pide dos cosas que no se podrían colocar en ese proyecto ni porque a James Rodríguez lo dejen en la titular del real, la primera es definir exactamente que van a hacer las 150 personas que trabajan en la mina de asbesto de Campamento - Antioquia, (para lo cual  tenemos dos propuestas), no se puede definir dentro del proyecto porque ese es justamente el trabajo del gobierno en los 4 o 5 años que dure la transición para la sustitución del asbesto, si queda dentro del proyecto se enredaría todo porque un plan de trabajo específico definido a priori en una ley podría tener más contradictores que hombres con hijas que quieren ver cantar a Maluma. La otra es algo así como indemnizar a las empresas, a eso si como dijo el señor del bigote: “mamola!” ¿Por qué vamos a hacer eso? ¡Ni por las plumas!

Como de nuevo casi me duermo sentado, me levanto a la cocina, tomo agua con un poquito de sal para que mi cuerpo se hidrate mejor (eso pasa cuando sabes que puedes hacer que un vaso con agua tenga más electrolitos sin necesidad de acudir a una farmacia),  como todo estaba medio oscuro, no me fije que había tomado el tarro de sal-pimienta,  y como soy medio alérgico a la pimienta pues el efecto no se hiso esperar y me voy caminando despacito, en mi silencio impotente de regreso al baño, esta vez con un cólico ladrilludo en la boca del estómago. 

Finalmente fue una sensación similar a la que viví al otro día, viendo a mi esposa llorar frente al senador Soto, este honorable prócer, nos expresaría de frente su oposición,  diciendo que no debía aprobar el proyecto, porque no habían estudios de la Secretaria de Salud de Antioquia, (donde nunca van a hacer un estudio epidemiológico del nivel de los sistemas de salud de países como Noruega o Dinamarca), además diría que fue a Sibate, que preguntó a “alguien” y que allí no encontró ningún afectado, enseguida le mostraríamos el paquete con más de 20 historias clínicas de pacientes con cáncer causado por asbesto, organizado por la señora Riaño, una afectada indirecta que perdió al esposo y al suegro por causa del asbesto de Eternit, el senador nos diría que eso no lo recibiría así, que eso lo debía certificar el Ministerio de Salud en unos estudios serios. Jamás pensé que lo enfrentaría diciéndole que si esas pruebas no valían, si no valía ver a mi mujer, ni a los más de 25mil Colombianos que apoyan la petición de mi esposa, entonces que tuviera en cuenta los estudios internacionales ¿Cómo somos Colombianos no nos aplican los mismos estudios? Respondió que debía ser responsable con los 48 millones de Colombianos y eso significaba tener en sus manos un estudio “Colombiano”. Regresemos por un momento a mi estado de escusado para analizar con calma la lógica del senador Soto: sabemos que en otras partes del mundo también se enferman con virus como el que yo tengo, y se han hecho muchos estudios epidemiológicos que comprueban su difusión, el médico me diagnostico diciéndome que tengo una gastroenteritis causada por ese virus, pero para saber que a otros Colombianos les puede pasar lo mismo, entonces hay que hacer un: ¡¡¡estudio Colombiano!!! 

Sabemos por las  largas sesiones a las que asistimos en la acción popular (que sigue igual que hace diez años) que ese es el principal argumento usado por la industria del Asbesto, aquí y en cualquier otro país donde su lobby tenga amarrado su sucio negocio. Senador Soto, se lo digo con todo el respeto que cualquier ser humano que tenga por donde desaguar se merece: Los Colombianos cagamos igual que los noruegos, los alemanes, los españoles y que todos los ciudadanos de países que ya estudiaron el tema y prohibieron el uso del asbesto… Ellos también van al baño,  ellos también se pueden enfermar pescando un virus en el jardín!!

Nota: Gracias a quienes terminaron de leer, esta es una forma de desahogarme, gracias por apoyarla, en  unas horas tengo reunión en el jardín de mi hija, esta vez en una piñata organizada por mi cariñosa esposa para celebrarle el cumpleaños número 3, voy a recibir todas las galletas que me ofrezcan, creo que ahora siento menos temor de ir al jardín que al congreso, donde se pueden pescar virus más peligrosos…

@historiasazules