3:20am, sigo sentado en el baño, mientras agarro un estomago que me taladra con
retorcijones, trato de pensar en los argumentos
a presentar ante los senadores Soto y Uribe a las 10am, hora en la que mi
esposa tenía planeado visitar el honorable Congreso de la República para presentar
más pruebas de afectados y hablarles sobre la importancia de prohibir el
asbesto en Colombia, jamás me imagine que tendrían la misma respuesta que yo
estaba viendo en mi tasa: floja, poca, amarilla café, suelta, sin textura y con
el olor característico igual al de un perro callejero mal alimentado…
Un día antes fuimos al jardín de
mi hija, en nuestro primer día de la familia cometí una primiparada que me costó
pasar en vela dos noches seguidas en la posición en la que me encontraba. Todo muy
lindo, muy organizado, los niños bien entrenados por una semana o dos para que
los vieran sus papitos por 3 minutos, con bailes mucho más rítmicos y
coordinados que el movimiento peristáltico de los músculos de mi estómago, al
final las profes sacaron un compartir entre los que se encontraban las galletas
de mantequilla redonditas con puntico de chocolate que siempre busco evitar
mirar en las panaderías, no porque no me gusten sino por todo lo contrario, son
las más parecidas a las de mi tía Anita, quien hace las mejores galletas de
mantequilla de este planeta. Como no vi a nadie desesperado por tomar las
galletitas, tome un par, luego mi hija me trajo otra que rebuscó entre las
manos de otros niños, y luego tome otro par sin pensar que mi esquema elegido
para consumir esas galletas me costarían contraer un virus de los que normalmente
se pueden encontrar en un jardín infantil, unas horas después ya estaba
aferrado a la tasa como si estuviera montado en asiento de montaña rusa sin cinturón
de seguridad.
Y aquí estoy pensando que mi
mujer es una verraca, que cuando se queja de los dolores que le causa su tumor,
yo no sé cómo respira, como los controla, como se concentra, y entonces trato de respirar como si fuera un
simple mortal, de no pensar en el dolor y de concentrarme en la estrategia para hablar
con los honorables senadores, quienes finalmente responderían que sin las condiciones
que solicitaron en el anterior debate no aprobarían el proyecto, Uribe por ejemplo
pide dos cosas que no se podrían colocar en ese proyecto ni porque a James Rodríguez
lo dejen en la titular del real, la primera es definir exactamente que van a
hacer las 150 personas que trabajan en la mina de asbesto de Campamento - Antioquia,
(para lo cual tenemos dos propuestas),
no se puede definir dentro del proyecto porque ese es justamente el trabajo del
gobierno en los 4 o 5 años que dure la transición para la sustitución del
asbesto, si queda dentro del proyecto se enredaría todo porque un plan de
trabajo específico definido a priori en una ley podría tener más contradictores
que hombres con hijas que quieren ver cantar a Maluma. La otra es algo así como
indemnizar a las empresas, a eso si como dijo el señor del bigote: “mamola!” ¿Por
qué vamos a hacer eso? ¡Ni por las plumas!
Como de nuevo casi me duermo
sentado, me levanto a la cocina, tomo agua con un poquito de sal para que mi
cuerpo se hidrate mejor (eso pasa cuando sabes que puedes hacer que un vaso con
agua tenga más electrolitos sin necesidad de acudir a una farmacia), como todo estaba medio oscuro, no me fije que había
tomado el tarro de sal-pimienta, y como
soy medio alérgico a la pimienta pues el efecto no se hiso esperar y me voy
caminando despacito, en mi silencio impotente de regreso al baño, esta vez con
un cólico ladrilludo en la boca del estómago.
Finalmente fue una sensación similar
a la que viví al otro día, viendo a mi esposa llorar frente al senador Soto, este
honorable prócer, nos expresaría de frente su oposición, diciendo que no debía aprobar el proyecto,
porque no habían estudios de la Secretaria de Salud de Antioquia, (donde nunca
van a hacer un estudio epidemiológico del nivel de los sistemas de salud de países
como Noruega o Dinamarca), además diría que fue a Sibate, que preguntó a “alguien”
y que allí no encontró ningún afectado, enseguida le mostraríamos el paquete
con más de 20 historias clínicas de pacientes con cáncer causado por asbesto, organizado
por la señora Riaño, una afectada indirecta que perdió al esposo y al suegro
por causa del asbesto de Eternit, el senador nos diría que eso no lo recibiría así,
que eso lo debía certificar el Ministerio de Salud en unos estudios serios. Jamás
pensé que lo enfrentaría diciéndole que si esas pruebas no valían, si no valía
ver a mi mujer, ni a los más de 25mil Colombianos que apoyan la petición de mi
esposa, entonces que tuviera en cuenta los estudios internacionales ¿Cómo somos
Colombianos no nos aplican los mismos estudios? Respondió que debía ser
responsable con los 48 millones de Colombianos y eso significaba tener en sus
manos un estudio “Colombiano”. Regresemos por un momento a mi estado de escusado
para analizar con calma la lógica del senador Soto: sabemos que en otras partes
del mundo también se enferman con virus como el que yo tengo, y se han hecho
muchos estudios epidemiológicos que comprueban su difusión, el médico me
diagnostico diciéndome que tengo una gastroenteritis causada por ese virus, pero
para saber que a otros Colombianos les puede pasar lo mismo, entonces hay que
hacer un: ¡¡¡estudio Colombiano!!!
Sabemos por las largas sesiones a las que asistimos en la acción
popular (que sigue igual que hace diez años) que ese es el principal argumento usado
por la industria del Asbesto, aquí y en cualquier otro país donde su lobby tenga
amarrado su sucio negocio. Senador Soto, se lo digo con todo el respeto que
cualquier ser humano que tenga por donde desaguar se merece: Los Colombianos
cagamos igual que los noruegos, los alemanes, los españoles y que todos los ciudadanos
de países que ya estudiaron el tema y prohibieron el uso del asbesto… Ellos también
van al baño, ellos también se pueden
enfermar pescando un virus en el jardín!!
Nota: Gracias a quienes
terminaron de leer, esta es una forma de desahogarme, gracias por apoyarla, en unas horas tengo reunión en el jardín de mi hija, esta vez en una
piñata organizada por mi cariñosa esposa para celebrarle el cumpleaños número 3, voy a
recibir todas las galletas que me ofrezcan, creo
que ahora siento menos temor de ir al jardín que al congreso, donde se pueden
pescar virus más peligrosos…
@historiasazules