jueves, 21 de enero de 2016

Carta a mi hija




Si alguna vez usted se ha machucado el dedo pequeñito del pie, o fue a un odontólogo que apenas estaba aprendiendo a manejar las antiguas fresas, o le han puesto un golpe que lo hiso ver estrellas, seguramente estará cerca del nivel de dolor que mi esposa dice sentir cuando la medicación termina su efecto, en la escala de uno a diez, generalmente su dolor es diez. 

Hoy fue uno de esos días, salimos en la tarde a buscar un colegio para Ana Sofía, no habíamos tenido tiempo, ni afán por llenar planas inútiles, en algún espacio, en algún patio lleno de niños,  por que la niña estaba cerca de nosotros, sobre todo de su madre, sin embargo cuando ve un columpio o un niño de su misma edad se alegra, quiere compartir y jugar, eso realmente nos animó. Así que después de visitar varios colegios donde la matrícula es igual de costosa que la mejor Universidad privada del país, terminamos en el colegio de monjas donde Sofía paso unos días cuando tenía ocho meses, tiempo en el que sus dos padres trabajaban y no conseguían quien la cuidara.

Luego de convencer a Ana Sofía que debía salir de la casita de juegos del patio de descanso del que sería su nuevo colegio, salimos para la división de radioterapias del Instituto oncológico del Hospital San Ignacio, como ella no había dormido quería que su papá la alzara todo el tiempo, la verdad casi siempre yo accedo gustoso porque me gusta consentirla, ella es consciente del “ayayai” de su mami por eso no le pide que la cargue. Generalmente nuestra hija se queda en el apartamento viendo una película con su abuelita, quien nos ayuda después de que se va la nana.  Hoy por primera vez Sofía nos acompañó al sitio donde le hacen tratamientos a su mami. Nosotros le explicamos de qué se trataba, siempre le decimos la verdad, aunque ella no logre entender completamente lo que esté pasando, y si me preguntara le diría lo siguiente:
Hija, cuando lloraste porque querías un jugo de la máquina y te dije que no, que no teníamos sino agua, no fue porque no tuviera el dinero para comprarlo sino porque quería que tu mami tomara agua, ya que ella no consumiría nada más, y sería un bien pretexto para hidratarla aunque fuera solo un poco. 

Mientras esperábamos, en un momento me preguntaste dónde estaba tu mamita, yo te respondí que estaba en el baño, la aclaración sobre si estaba vomitando y regresando lo poco que comió al almuerzo me pareció innecesaria, por eso cambié de tema y te hice una broma sobre los manimoto que ella te compró.
Cuando llegamos al apartamento te dije que debías colocarte la pijama, porque sabía que tu mami debía descansar. Hoy no dormiste tu siesta y si te dormías con la ropa puesta tu mamá se preocuparía, necesitaba que comieras algo más, que te lavaras los dientes y que te acostaras a dormir en tu cama, sin embargo te metiste debajo de nuestras cobijas, justo cuando entraste en sueño profundo tu mami empezó a  sentir dolor, en medio de todo ella se tomó el tiempo para decirme que primero acomodara las cobijas de tu cama, luego te abrace, te lleve con calma y me despedí de ti como siempre con un beso en el cachete derecho y otro en la frente, bendiciendo la existencia de una niña, líder, sabia, fuerte y valiente. Tomo un instante pero fue muy útil porque sabía que vendría un momento duro, respirare profundo en un silencio tranquilo, como quien toma impulso antes de una carrera y sabe que va a sentir quemar sus piernas. Me recosté un momento junto a tu mamá, acariciando solo la cabeza, ella se sentó, se levantó y se volvió a sentar, lloraba de dolor, yo como siempre, en esos momentos me siento un hombre inútil, le acaricie la espalda pero me dijo que no la tocara, entendí, a veces ni ella misma se toca el costado izquierdo, así que le pregunte si le podía preparar una agüita de marihuana, Salí mientras configuraba una tableta que me dieron en el trabajo, cuando llegue seguía retorciéndose de dolor, me pidió una oración y tome la biblia, interrumpimos la lectura varias veces por sus retorcijones,  me dijo que cuidara bien de mi hija, que me quedaría viudo y soltero muy joven, cuando ella no tiene dolor es consiente que dice cosas sin sentido, para mi esas forman parte de las palabras que se pueden decir en la angustia en momentos de intenso dolor, le dije que podíamos controlar el avance del tumor con alternativas adicionales como la ozonoterapia y vitamina C, que podíamos manejar el dolor tomando la medicación sistemáticamente antes de que le doliera, y me respondió alterada por su dolor diciendo que ella lo hacía, que yo no sabía lo que ella sentía, no paso menos de un minuto para pedirme disculpas, tal y como ella te ha enseñado a pedir disculpas, le acaricie su cabeza, y cuando me miro le di un beso. Me dijo “te amo”, y yo como siempre le dije “yo te amo más”. Cuando el dolor le fue calmando, tu mamá me pregunto como me sentía, evite decirle lo de la carrera porque finalmente yo no fui el que sintió dolor, le dije que me sentía impotente, que aun podía hacer más, que hoy debí llamar de nuevo a ver que paso con el pedido del ungüento y las gotas de cannabis o comprar mientras tanto las gotas de tramadol para esos momentos, que aún no he aprovechado todo lo que yo puedo hacer para ayudarle, sé que puedo hacer más, como los masajes en puntos específicos del pie, el aprendizaje de mindfulness  o la acupuntura de orejas…

Antes de quedarse dormida mientras terminaba de leerle tal como leo tus cuentos, tu mami me preguntó sobre mi cita médica, lo que pasa es que hace dos semanas las lombrices están haciendo fiestas en mi estómago y no he parado de ir al baño.  Hoy saque un tiempo y la doctora me dijo que me purgara, que le siguiera dando  ánimo a mi esposa con los tratamientos alternos, que explorara el tratamiento con altas dosis de vitamina C. Yo le conté que ayer había comprado un billete de lotería, lo que no le conté,  es que de todas formas es algo que intentaré con lotería o sin ella, quiero que sepas que estoy intentando hacer todo lo que este a mi alcance, ¿a qué país llevarla?,  en ninguno me aseguran una cura total, aunque si hay personas que se han recuperado. Llevo un buen tiempo estudiando eso, posiblemente después de Cuba por el ezcosul y el cimavax dependiendo de la reacción al gen EGRF, sería Sidney o Estados Unidos para aplicar bio-vacunas en desarrollo para tumores de célula no pequeña homologables a mesotelioma como pembrulizumab si hay reacción a la proteína PD-L1. Después de meditarlo, definí que aunque definitivamente vamos a viajar a Cuba, puede que el mejor remedio lo tengamos nosotros, que este entre nosotros, que te lo des tu todos los días, de lo que me están dando ustedes a mí, de los que les esté dando yo, no estoy hablando de las verduras ni del bicarbonato de sodio con limón, sino de lo divino que llevamos por dentro: de nuestro amor, que es más fuerte que el cáncer.