El comercio nos ha enseñado a felicitar en tumulto, como en
un estadio donde el animador dice: “hoy todos por favor mirar a la mamá”, yo
creo que no debemos felicitarlas, y esta es la razón:
¿Qué tal si en lugar de felicitar a su madre una vez al año,
usted la toma de la mano cuando camine con ella? ¿Por qué mejor no la saca a
almorzar o a cenar en los días de no promoción?, o mejor prepárele el almuerzo así
no le quede perfecto, ¿por qué en lugar de reenviarle esos mensajes con
florecitas no se las regala o le escribe algo que le salga de su puño y letra?,
o por lo menos entre nudos dígale gracias por existir, ¿y cómo no voy a
felicitarla? Pues no, no la felicite, mejor abrácela, cómprele unos tiquetes y llévesela
para la un playa, o al lugar que a ella más le guste, no llame para felicitarla,
llámela para agradecerle. Si tienen algún pendiente perdónela, seguramente todo
lo que hace lo hace por alguna reacción a este medio adverso que nos intenta
volver locos a todos, y si es usted el de la pendejada pues haga el ejercicio y
pídale perdón, y si ella ya se fue como en el caso de mi hija, dígale con un
grito al cielo, madre gracias por el tiempo que viviste, gracias por la vida
que me compartiste y gracias sobre todo por los abrazos que me diste!
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